Dentro de las antigüedades militares, los cascos antiguos constituyen un sector muy especial. A su imponente presencia se le une su importancia histórica, que les aporta un valor añadido que pocas piezas de época pueden generar. Hasta la aparición de las armas de fuego, los cascos eran un elemento fundamental en la protección de los soldados. A ...
Dentro de las antigüedades militares, los cascos antiguos constituyen un sector muy especial. A su imponente presencia se le une su importancia histórica, que les aporta un valor añadido que pocas piezas de época pueden generar. Hasta la aparición de las armas de fuego, los cascos eran un elemento fundamental en la protección de los soldados. A partir de ese momento, si bien conservaron su capacidad protectora esta función pasó en cierto modo a segundo plano.
Los cascos han sido una parte fundamental del equipamiento de soldados y guerreros desde la Antigüedad. Cuenta la leyenda que los únicos soldados que no llevaban casco durante el combate eran los guerreros celtas; sin embargo, algunas piezas encontradas en excavaciones parecen desmentir este mito. De cualquier modo, la enorme variedad de cascos antiguos, su belleza y su calidad los hacen merecedores de un lugar en nuestra colección de antigüedades bélicas.
Desde el descubrimiento del metal en la Prehistoria, los hombres han forjado cascos para protegerse durante el combate. Se han encontrado cascos procedentes de civilizaciones mesopotámicas (acadios y sumerios), fechados en el siglo XXIII a. C., así como piezas de la Grecia Micénica (s. XVII a. C.) y cascos forjados por los asirios (año 900 a. C.). En los primeros tiempos se fabricaban de cobre y cuero, pero con la evolución del trabajo sobre metal se empezaron a utilizar otros materiales más resistentes, como el bronce y el hierro. Alrededor del año 950, algunas sociedades empezaron a emplear acero forjado en la construcción de armas y cascos. En aquellos tiempos, los cascos tenían un uso puramente militar y solían cubrir el cráneo y parte del rostro del guerrero.
Con el tiempo los diseños fueron evolucionando y cambiando, apareciendo piezas magníficas como los cascos japoneses, los yelmos de armadura o los morriones españoles. En el siglo XVII el uso militar de los cascos antiguos empezó a declinar; de hecho, a principios del siglo XVIII, los soldados de infantería de muchos ejércitos dejaron de llevar casco. Sin embargo, a partir de 1789 el ejército napoleónico volvió a utilizarlos en sus cuerpos de caballería. El uso de la artillería durante la I Guerra Mundial renovó la necesidad de incorporar cascos de acero en el uniforme de los soldados para protegerlos de la metralla. En este sentido, los primeros cascos de acero modernos son el Adrian del ejército francés y el Brodie del ejército británico. Otro casco antiguo muy conocido es el Stahlhelm alemán, introducido en 1916 en sustitución del famoso Pickelhaube prusiano (casco de punta utilizado por el ejército alemán durante el siglo XIX). Todos estos modelos se emplearon también durante la II Guerra Mundial.
Cascos griegos. Precursores en diseño de los romanos, se caracterizaban por las protecciones que llevaban sobre la nariz y las mejillas. El más famoso es el casco corintio.
Cascos romanos. Empleados por los ejércitos de la Antigua Roma, hay distintos tipos como el montefortino, el coolus, el gálico-imperial, el itálico, el de centurión (con penacho transversal, de oreja a oreja) y el de tribuno o legionario (con penacho longitudinal, de nuca a frente).
Cascos medievales. Durante la Edad Media se desarrollaron muchos tipos de cascos antiguos. Todos ellos cubrían prácticamente toda la cabeza y la cara, con mallas o viseras que permitían una mejor movilidad. Entre ellos podemos destacar el yelmo, la barbuta, la celada, el morrión, la capelina, el bacinete…
Cascos japoneses. El casco antiguo tradicional de la armadura japonesa recibe el nombre de kabuto. Los más antiguos datan del siglo V, siendo más adelante incorporados al uniforme de los samuráis. Son muy elaborados y ornamentales.
Además de cascos, los uniformes militares incorporan en muchos casos todo tipo de sombreros y tocados que complementan el atuendo militar. Algunos de los más conocidos son los siguientes:
Bicornios. También conocido como “sombrero de dos picos”, el bicornio es un tocado militar creado para el ejército francés a partir de 1790. Es el sombrero con el que se representaba habitualmente a Napoleón Bonaparte. Este modelo (frontal) llevaba las puntas hacia fuera, pero a partir de 1810 se cambió al diseño “costal”, con las puntas en la frente y la nuca. El bicornio costal fue muy popular en Latinoamérica, siendo empleado por figuras como el argentino José San Martín o el venezolano Simón Bolívar.
Gorras militares antiguas. Las gorras se caracterizan por llevar una visera frontal fijada al cuerpo del tocado. Las hay de distintos tipos: gorras de plato, quepis, ros o la rusa budiónovka, entre otras.
Boinas militares antiguas. Las boinas ejercen una función no protectora, práctica y diferenciadora. Los ejércitos celtas las empezaron a incorporar en el siglo XII. En España se utilizaron mucho durante las Guerras Carlistas (donde indicaban el grado militar según el color). En la Guerra Civil, el ejército franquista incluyó la boina roja como parte de su equipación. Hoy día son muchos los ejércitos que incorporan boinas en los uniformes de distintas secciones.
La enorme variedad de cascos antiguos y sombreros militares existentes hace que el coleccionismo de estos artículos sea una afición apasionante. Presentes en museos históricos y militares de todo el mundo, los cascos y tocados de época son piezas de enorme poder de atracción.
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