Los relojes antiguos son una auténtica pasión para cientos de miles de coleccionistas. Estos aparatos combinan en su diseño todas las cualidades que se le suponen a las antigüedades de primer orden: décadas de historia, funcionalidad, belleza y encanto. Por el enorme interés que despiertan sus intrincados mecanismos y el hecho de que la mayoría ...
Los relojes antiguos son una auténtica pasión para cientos de miles de coleccionistas. Estos aparatos combinan en su diseño todas las cualidades que se le suponen a las antigüedades de primer orden: décadas de historia, funcionalidad, belleza y encanto. Por el enorme interés que despiertan sus intrincados mecanismos y el hecho de que la mayoría funcionan tan bien como cuando fueron construidos, son artículos de gran valor que siguen ayudándonos a medir el tiempo con precisión. Desde los primeros modelos de sol hasta los diseños atómicos del siglo XXI, los relojes en general (y los relojes antiguos en particular) se han convertido en objeto de deseo para los amantes de los dispositivos mecánicos de época.
La medición del tiempo y los relojes: breve historia
Desde los inicios de la Humanidad, el ser humano ha sentido la necesidad de medir el tiempo. Existen indicios de que los majestuosos cromlechs, menhires y alineamientos megalíticos que salpican la geografía europea realizaban funciones relacionadas con el sol y los astros, pudiéndose considerar el origen de los relojes de sol. Sin embargo, no fue hasta el año 1.000-1.300 a.C. cuando la civilización egipcia creó el primer reloj de sol conocido. Estos modelos se hicieron muy populares por su sencillo e ingenioso diseño: una simple barra clavada en una placa donde un cuadrante indica las horas, que son señaladas por la sombra. La fiabilidad de sistema hizo que se emplease hasta el siglo XVIII para calibrar los relojes mecánicos. Los relojes de agua (vasijas con un agujero por el que se filtraba el líquido, cuyo nivel marcaba el paso del tiempo) también aparecieron en Egipto, pero fue la civilización griega la que crearía la primera clepsidra: un gran reloj de agua de funcionamiento más complejo. A lo largo de los siglos se siguieron desarrollando distintos tipos de relojes antiguos, como los de aceite (entonces conocidos como relojes de bujía) o los de arena.
A finales del siglo XII aparece una invención que cambiaría por completo la forma de medir el tiempo. Se trata del reloj mecánico, que funcionaba mediante un sistema de pesas colocadas en una barra que iba descendiendo por un eje dentado. Un sistema regulaba el descenso de las pesas para ralentizar su bajada. A este primer diseño se le denominó “mecanismo de escape”. En el siglo XVI Galileo Galilei publicó su célebre estudio sobre el mecanismo de péndulo, que motivó que Christian Huygens construyera el primer reloj de péndulo conocido. A partir de este momento se diseñaron mecanismos cada vez más precisos y fiables, con magníficos diseños presentes en todos los campos: arquitectura, moda, decoración… Ya en el siglo XIX, Alexander Bain diseña y construye el primer reloj eléctrico. A lo largo de la primera mitad del siglo XX, el mecanismo de los relojes evoluciona de forma vertiginosa hasta la aparición del reloj atómico en 1946. Su margen de error de 1 segundo cada 300 años lo convierte en el reloj más preciso construido hasta hoy.
Tipos de relojes antiguos
El coleccionista de relojes antiguos tiene ante sí un campo vasto y fascinante, lleno de posibilidades. Durante los últimos siglos se han fabricado relojes de todo tipo, desde los más complejos y valiosos hasta los diseños más simples y fiables. Estos son algunos de los más populares:
Relojes mecánicos antiguos. Son los más conocidos, comprendiendo modelos de bolsillo, de sobremesa, de pared, de pulsera, tipo grandfather… El mecanismo puede funcionar a cuerda o con pesas, con péndulo o con escape, etc. Una de las cualidades más interesantes de los relojes mecánicos antiguos es que suelen ser fáciles de reparar por parte de relojeros profesionales, volviendo a la vida para medir el tiempo con total precisión.
Relojes de bolsillo antiguos. De gran elegancia e intenso poder evocador, los relojes de bolsillo forman parte de grandes colecciones a lo largo del mundo. Su origen se establece en Francia a mediados del siglo XV.
Relojes de pulsera antiguos. Fueron la evolución lógica del reloj de bolsillo hacia un diseño más práctico y funcional. El primer reloj de pulsera conocido lo fabricó Abraham L. Breguet en 1812 como regalo para Carolina Bonaparte, hermana de Napoleón I.
Relojes de aceite antiguos. Conocidos también como “relojes silenciosos”, son una evolución del reloj de bujía inventado en el siglo IX. Se hicieron muy populares en el siglo XIX, sobre todo en aquellos hogares donde no podían permitirse comprar un reloj mecánico.
Relojes de arena antiguos. Los relojes de arena siguen siendo objeto de interés por parte de muchos coleccionistas por su sencillo e ingenioso funcionamiento. El más famoso de todos es probablemente el empleado por Cristóbal Colón en su travesía hacia el Nuevo Mundo, que tenía una altura de 1,50 metros.
Precisos, fiables y bellos, los relojes antiguos siguen midiendo el tiempo con admirable precisión. La gran variedad de mecanismos y diseños que muestran estas piezas de época convierte su búsqueda y coleccionismo en una afición que se mantiene de por vida.
Subcategorías
Un reloj de sobremesa o mesa de diseño atractivo y buen funcionamiento suele ser el foco de atención de todas las miradas. Si además se trata de un artículo antiguo y original de época, entonces se convertirá también en una de las piezas más apreciadas por su propietarios. Los relojes de sobremesa antiguos decoran los espacios desde hace siglos; millones de hogares en todo el mundo tienen algún modelo que mide el tiempo con paciencia silenciosa.
El origen de los relojes de sobremesa (también conocidos como relojes de mesa antiguos) es algo difuso, pero se puede establecer alrededor del siglo XIV. Los mecanismos de los relojes de la época eran de gran tamaño y hacían funcionar enormes diseños ubicados en catedrales, iglesias y edificios públicos. Al conseguir reducir las dimensiones de los mecanismos mediante la sustitución de las pesas por un sistema de muelle, los relojes pasaron al ámbito doméstico en forma de modelos de sobremesa, de pared o de pie. A partir de ese momento se fabricaron relojes de sobremesa con distintos tipos de mecanismos, si bien todos funcionan mediante el mismo principio: un motor de muelle que transmite el movimiento a unos engranajes, controlados y regulados mediante un mecanismo (péndulo, pesas, escape, etc.). Los engranajes hacen girar las manecillas a un ritmo establecido.
Los relojes de sobremesa o relojes de chimenea antiguos se pueden clasificar en distintos grupos. Podemos agruparlos según su mecanismo, su diseño, su estilo, los materiales con los que están fabricados… Entre los más populares y atractivos se encuentran los siguientes:
Coleccionar relojes de sobremesa antiguos es una afición apasionante, que también puede constituir una excelente inversión. Observar su buen funcionamiento y disfrutar de su belleza atemporal sobre un aparador, una repisa o una gran mesa de comedor es un auténtico placer.
Si todos los relojes antiguos merecen un lugar en las mejores colecciones, los relojes de pared antiguos destacan por su belleza y su potencial decorativo. Son más funcionales que los relojes de pie, porque al estar colgados de la pared no ocupan espacio; además, su tamaño mediano permite colocarlos prácticamente en cualquier rincón. Los relojes de pared antiguos están diseñados para destacar en salones o entradas por sus maravillosos diseños y su buen sonido. Estos aparatos son de carga manual, es decir, funcionan cuando al mecanismo se le da cuerda o se activan las pesas.
Los relojes de pared se pueden agrupar por tipologías, divididas en base al material con el que está realizada la caja, la época y el estilo, el mecanismo, la sonería… Los primeros relojes de pared datan de la invención de la maquinaria de péndulo. La descripción de este sistema se atribuye a Galileo Galilei, quien la reflejó en un escrito en el siglo XIX. Sin embargo, fue Christian Huygens quien construyó el primer mecanismo. Los primeros relojes de péndulo antiguos eran de gran envergadura y se colocaban en edificios emblemáticos; la reducción del tamaño de la maquinaria permitió crear los primeros relojes de pared, de pie y de sobremesa.
Mención aparte merecen los relojes de pared antiguos fabricados en la Selva Negra (Alemania). Se cree que los primeros datan del siglo XVII: su esfera tenía una sola aguja que marcaba las horas. Las cajas de madera oscura, obtenida de los bosques de la región, solía estar decorada con tallas realizadas a mano representando hojas, ramas, bellotas y otros motivos vegetales. Este diseño fue evolucionando, al igual que los mecanismos: ya en el siglo XVIII aparecieron los primeros relojes de cuco, famosísimos diseños con forma de cabaña de cuya ventana superior sale un pajarillo autómata que da las horas. El negocio de los relojes de cuco generó una gran riqueza en la Selva Negra, dando trabajo a todo tipo de artesanos: relojeros, tallistas, ebanistas, pintores, torneros…
Son los relojes de pared más populares, junto con los de pesas. Existen modelos que incorporan ambos dos sistemas. Las cajas solían fabricarse en madera, normalmente con especies nobles como la caoba, el nogal o el ébano. Llevan una portezuela delantera con cristal a través del cual se puede ver el péndulo. Hay magníficos modelos franceses, ingleses y alemanes (sobre todo de la región de la Selva Negra), algunos de los cuales incluyen bellísimos péndulos de latón o bronce con relieves realizados a mano. Para que el reloj funcione el péndulo debe estar en movimiento; si queremos detener el reloj, bastará con inmovilizar esta pieza.
Con este nombre se conocen los relojes de pared con mecanismo de pesas. Las pesas cuelgan de cadenillas que las conectan a la maquinaria. Una de las pesas hace funcionar el reloj, mientras que la otra pone en marcha la sonería de horas y medias. Cuando un reloj de estas características lleva tres pesas, la tercera activa la sonería de cuartos: este mecanismo es conocido como carrillón.
Este nombre corresponde a los clásicos relojes franceses y españoles de forma ovalada, formados por una gran esfera redonda rodeada de una caja con marquetería y torneados. Son típicos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. A veces, en la esfera se incluyen preciosos detalles de marquetería y taracea realizados en concha de tortuga, madreperla, ébano…
Con el nombre de complicaciones se conocen los dispositivos que puede incluir un reloj, aparte de la esfera con las horas y los minutos. Hay relojes de pared con segundero, fases lunares, calendario e incluso aparatos complementarios, como barómetros y termómetros.
El nombre de estos relojes viene de su parecido a las ratoneras que se construían cuando empezaron a fabricarse, a mediados del siglo XVIII. Son originarios de la Selva Negra alemana, concretamente de la región de Furtwagen. Su nombre alemán es Lackschild uhr (lack schild significa “escudo con pintura”, y uhr, reloj). Están formados por una placa cuadrada de madera lacada, normalmente rematada por un arco en su parte superior. Tras la placa se oculta el mecanismo, del que cuelgan el péndulo y las pesas. La madera lacada se solía decorar delicadas pe calcomanías de imágenes galantes y números romanos.
Todos estos relojes de pared antiguos forman parte de un universo lleno de encanto, magia y poder evocador. Coleccionarlos puede ser la afición más apasionante, que nos llevará a descubrir verdaderas joyas de la mecánica y las artes decorativas.
Dentro del campo del coleccionismo, los relojes de pie antiguos merecen una sección propia por su belleza y su espectacularidad. Su imponente presencia hace que hoy sigan siendo apreciados y utilizados en decoración, donde brillan en ambientes de estilo clásico y destacan como piezas exclusivas en interiores eclécticos y contemporáneos. En los primeros tiempos, los relojes de pie solo estaban al alcance de las clases altas por su elevado coste. Además, su gran tamaño solo era adecuado para estancias grandes y de techos altos (algunos alcanzan los 2,40 metros de altura). Actualmente los relojes de pie antiguos son artículos de gran valor realizados con maderas nobles y mecanismos de alta precisión, alcanzando precios muy elevados en tiendas y subastas.
Los relojes de antesala antiguos son similares a los de pie, pero más grandes y con mecanismos más sonoros. Su nombre se debe a que se solían colocar en la entrada o antesala de las casas para poder escuchar la hora desde cualquier espacio de la vivienda. También conocemos estos relojes como “relojes de abuelo” antiguos, un nombre que tiene su origen en la Norteamérica de finales del siglo XIX.
Historia de los relojes de pie antiguos
Como la de todos los relojes mecánicos, la historia de los relojes de pie o antesala se remonta al siglo XVII, cuando Galileo Galilei se dedicó a investigar las posibilidades del movimiento del péndulo para medir el tiempo. Sus estudios fueron puestos en práctica por Christian Huygens, quien fabricó el primer reloj de péndulo conocido. Poco a poco el mecanismo fue haciéndose más compacto y pequeño, hasta dar lugar a los primeros relojes de pared. En 1658 el británico Robert Hooke desarrolla el primer escape de áncora, que vino a sustituir al escape catalino empleado hasta entonces. Este mecanismo permitía un movimiento pendular más corto, que hizo posible fabricar cajas más estrechas para los relojes de pared.
El descubrimiento de Hooke fue aprovechado por el relojero inglés William Clement, que en 1670 construyó el primer reloj de pie del que se tiene noticia. El reloj estaba dotado del mecanismo de péndulo real (o péndulo de segundos) creado por el propio Clement, con un margen de error de solo 10 segundos al día. El reloj medía más de 2,10 metros de altura y llevaba paneles de vidrio en el frontal para mostrar el péndulo y las pesas. En pocos años, Thomas Tompion (famosísimo relojero inglés considerado el padre de la relojería británica) empezó también a fabricar relojes de pie.
El nombre de “reloj de abuelo” tiene su origen en una curiosa anécdota. En 1875, el cantante y compositor norteamericano Henry Clay Work hizo muy popular la tonada “The Grandfather Clock” (“El reloj abuelo”), en la que contaba la historia de un reloj de pie. La fama de la canción traspasó fronteras e hizo que los relojes de pie, desde entonces, reciban también el nombre de Grandfather o “de abuelo”.
Relojes de pie antiguos: materiales
Los relojes de pie antiguos destacan por la gran calidad de los materiales con los que están fabricados. Las cajas suelen ser de madera maciza, normalmente especies nobles como el nogal, la caoba, el cerezo o incluso el ébano. La cara frontal lleva paneles de vidrio para mostrar la esfera, el péndulo y las pesas. Muchos de estos relojes están decorados con detalles de marquetería o taracea y con piezas talladas a mano de distintos estilos (dependiendo de la época y la moda). También hay modelos con incrustaciones de latón o bronce dorado, e incluso con detalles decorados con pan de oro.
Tan imponentes como elegantes, los relojes de pie antiguos destacan en todos los espacios por sus diseños y su envergadura. Son piezas de enorme interés, tanto para coleccionistas como para amantes de la decoración y de la artesanía de calidad.
Los relojes de bolsillo antiguos conforman un universo apasionante que incluye auténticas joyas realizadas con materiales preciosos, pero también sencillos modelos llenos de encanto y autenticidad. En los tiempos en los que los modelos de pulsera eran aún desconocidos, los relojes de bolsillo eran un complemento indispensable para medir el tiempo. También constituían accesorios elegantes que dejaban entrever la clase social y el estilo de quien los llevaba. Hoy día, la fascinación que despiertan los relojes de bolsillo antiguos sigue manteniéndose viva: subgéneros literarios y estéticos como el steampunk que basa su imaginería en los relojes, engranajes y artilugios mecánicos de la Inglaterra victoriana y la Francia de Julio Verne, han revivido el interés por estos maravillosos artículos. Por otra parte, para cualquier coleccionista de relojes los modelos de bolsillo despiertan un interés muy especial, siendo muy cotizados entre los expertos.
Los orígenes del reloj de bolsillo se pueden rastrear en el siglo XV. Entonces eran conocidos como “relojes portátiles” y su construcción fue posible tras la invención del mecanismo de resorte (muelle en espiral). En principio tenían forma cilíndrica u ovoidea, como los famosos “huevos de Núremberg”: relojes esféricos ligeramente alargados, diseñados por el relojero Peter Heinlen en el siglo XVI en la ciudad que les da nombre. Durante los siglos XVI y XVII se fabricaron relojes de bolsillo de formas curiosas y caprichosas: animales, calaveras, cruces… Sin embargo, sus mecanismos no eran muy precisos. Además, eran artículos de lujo destinados tan solo a las clases adineradas.
En el siglo XVIII la fabricación se fue abaratando y los relojes de bolsillo se volvieron más asequibles. Como indica Adam Smith en su libro La riqueza de las naciones, en esta época “un reloj de bolsillo que […] podía adquirirse por veinte libras, ahora puede adquirirse por veinte chelines”. Ya en el siglo XIX, la figura del norteamericano Aaron L. Dennison se revela como fundamental, al lograr la producción en masa de este tipo de artículos a través de la empresa que fundó en 1850 junto con Edward Howard. Esta empresa sería conocida más tarde como la Waltham Watch Co., firma pionera y una de las líderes del sector. A partir de la I Guerra Mundial, los relojes de pulsera empiezan a sustituir a los de bolsillo; sin embargo, a día de hoy estos moddelos se siguen fabricando por la enorme atracción que despiertan.
Entre los muchos relojes de bolsillo antiguos que han sobrevivido a nuestros días encontramos modelos con caja de oro, plata, platino, plata nielada, metal plateado o dorado… También hay diseños sencillos con tapas lisas y relojes con elaboradas decoraciones, grabadas o incrustadas. La caja del reloj puede llevar dos, tres e incluso cuatro tapas; algunos modelos incluyen una tapa guardapolvo que protege el mecanismo, oculta tras la tapa trasera. Los relojes de bolsillo antiguos de plata y oro suelen llevar contrastes y marcas que aportan información sobre el país de fabricación, el orfebre o platero, el gramaje de la plata o los quilates del oro. Las piezas doradas o plateadas solían marcarse con la palabra METAL.
Relojes de bolsillo de alta complicación. A diferencia de los relojes con mecanismo simple, los relojes de alta complicación incluyen calendarios, indicadores de fases lunares, cronómetros y otros dispositivos junto con la clásica esfera y el segundero. Son modelos de gran calidad, muy apreciados entre los expertos.
Relojes de bolsillo antiguos saboneta. El nombre deriva de una palabra francesa que significa “jaboncillo”. Son los relojes de bolsillo clásicos con tapa delantera, que protege y cubre la tapa de cristal de la esfera. Para mirar la hora hay que presionar un botón que abre la tapa.
Relojes de bolsillo antiguos lepine. A diferencia de los relojes saboneta, los lepine no llevan tapa delantera. La esfera está protegida únicamente por el panel de vidrio. Su nombre se debe al relojero francés Jean-Antoine Lepine, que en el siglo XVIII creó un mecanismo especial que permitió fabricar relojes de bolsillo mucho más planos.
Relojes de bolsillo antiguos “de minero”. En estos relojes la esfera aparece dividida en 24 horas, lo que permite saber qué hora es y si es de día o de noche. Llamados también “relojes de 24 horas”, el nombre de minero viene dado por el trabajo que estos realizan en la oscuridad, donde es imposible saber si es de día o de noche.
Los relojes de bolsillo antiguos despliegan cientos de posibilidades para el coleccionista de piezas especiales. Empezar una colección es adentrarse en una aventura apasionante, donde la belleza va de la mano de la precisión y la ingeniería mecánica.
En el campo de la relojería, los relojes de pulsera antiguos combinan la funcionalidad típica de los mecanismos relojeros con la estética de las joyas. Con diseños sobrios o sutilmente barrocos; fabricados en materiales de lujo o en metales sencillos; con esfera para dar la hora o con todo tipo de complicaciones (fases lunares, cronómetros…), constituyen magníficos complementos destinados a brillar en las muñecas de hombres y mujeres. Los relojes de pulsera son un invento relativamente reciente, que en su día llegó a desbancar a los omnipresentes relojes de bolsillo. Hoy día siguen evolucionando y hay incluso relojes espaciales que funcionan a gravedad 0 o modelos para buceadores que operan a más de 100 metros de profundidad.
Los primeros relojes portátiles datan del siglo XV y eran modelos unidos a cadenillas, destinados a llevar en el bolsillo enganchados a la ropa. Tenían formas cilíndricas u ovoides y solo estaban al alcance de las clases más adineradas. El primer reloj de pulsera del que se tiene noticia lo construyó el famoso relojero francés Abraham Louis Breguet en el año 1812 como regalo para Caroline, Reina de Nápoles y hermana de Napoleón Bonaparte. Sin embargo, no fue hasta principios del siglo XX cuando los relojes de pulsera empezaron a popularizarse. Durante la I Guerra Mundial los pilotos de aviación necesitaban contar con un reloj práctico, pequeño y que se pudiera llevar encima para realizar comprobaciones rápidas. El famoso aviador Alberto Santos-Dumont pidió a su amigo Louis Cartier que le construyese un reloj de estas características para llevar en la muñeca. Así nació el famoso reloj Cartier-Santos, uno de los primeros modelos de reloj de pulsera para caballero que aparecieron en el mercado.
A partir de esta contienda, los relojes de pulsera desbancaron definitivamente a los de bolsillo y empezaron a fabricarse en todo tipo de diseños, materiales y precios. El primer modelo automático que combinaba el mecanismo de cuerda con un péndulo de inercia apareció en 1923, inventado por John Harwood. Posteriormente, la firma Rolex diseñó un reloj automático con rotor de cuerda unilateral que más tarde sería imitado en todos los relojes automáticos, incluyendo los actuales. En 1967 se presenta en Suiza el primer reloj electrónico con motor de cuarzo, pionero de todos los modelos que vendrían después y que a día de hoy copan el mercado de estos artículos.
Los relojes de pulsera antiguos eran fabricados por todo tipo de empresas, desde las más humildes hasta las grandes firmas. Actualmente, los relojes de pulsera de lujo más valorados están firmados por marcas como Rolex, Patek Philippe, Vacheron Constantin, Tag Heuer, Audemars Piguet, Chopard, Piaget…. Por otra parte, algunas de las firmas suizas más importantes y que más evolución aportaron a los relojes de pulsera (como Omega o Longines, entre otras) siguen lanzando nuevos modelos y planteándose nuevos retos en pleno siglo XXI.
Los relojes de pulsera antiguos se pueden clasificar según estilos, marcas, materiales, diseños... Pero tal vez la clasificación más certera y práctica sea según su funcionamiento. Dependiendo del tipo de mecanismo, podemos agruparlos en dos tipos:
Son los diseños pioneros, muy populares hasta los años 50 del siglo XX. Llevan una corona lateral que permite dar cuerda al motor. Girándola se tensa un muelle interno que hace funcionar a los engranajes, permitiendo el movimiento de las manecillas reguladas por un mecanismo de escape.
El mecanismo automático se inventó a principios de los años 20 del siglo XX, pero no se popularizó hasta décadas después. Además del sistema de cuerda manual, incorporan un mecanismo autónomo con un péndulo que se pone en marcha con el movimiento del brazo. Así, el funcionamiento del reloj dura mucho más tiempo (siempre que se esté utilizando). Cuando el reloj no está en uso, para ponerlo en marcha hay que darle cuerda de forma manual.
Coleccionar relojes de pulsera antiguos o de lujo es algo que llena de satisfacción a sus propietarios. Desde los magníficos diseños de las grandes marcas hasta los modelos antiguos, funcionales y prácticos, estos objetos constituyen un hito en la historia del diseño industrial.
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