Las máquinas han acompañado al hombre desde tiempos muy remotos. De hecho, surgen de la necesidad de buscar soluciones a problemas habituales de su vida diaria. Este es el motivo por el que la rueda está considerada como la primera en ser inventada. A partir de ahí, gracias a la utilidad que en ella encontraron nuestros antepasados para mover co...
Las máquinas han acompañado al hombre desde tiempos muy remotos. De hecho, surgen de la necesidad de buscar soluciones a problemas habituales de su vida diaria. Este es el motivo por el que la rueda está considerada como la primera en ser inventada. A partir de ahí, gracias a la utilidad que en ella encontraron nuestros antepasados para mover cosas más fácilmente, empezaron a desarrollar instrumentos suplementarios como las palancas, moledoras de grano, carros, tornos.... Las máquinas de esa época funcionaban a partir de la fuerza de los músculos del usuario o de los animales.
De este punto se da un gran salto hasta elmomento en el que el hombre empieza a manipular el cobre, hierro, plomo y otros metales. Cientos y cuientos de años después, ya en el siglo XV, los diseños de máquinas de Leonardo Da Vinci supusieron un hito. La máquina de vapor de James Watt, el motor de corriente continua de Frederick Winslow y los televisores con tubo de rayos catódicos de Vladimir Zworkin fueron otras grandes máquinas que han hecho posible que el mundo sea tal y como lo conocemos y que, hoy en día, son antigüedades técnicas de gran valor.
Las antiguedades tecnicas poseen algo especial que llama la atención de cualquiera. Y es que, al echarles un vistazo, traen a la mente las formas de vida de nuestros antepasados y nos permiten comprenderla mejor. Asimismo, resulta innegable que, estéticamente, en la mayoría de los casos son muy bellas. De hecho, expuestas en un hogar, son capaces de poner una pincelada retro a cualquier ambiente. En definitiva, ya seas un coleccionista, estés pensando en serlo o, simplemente, busques hacerle un regalo a alguien especial o darte un capricho, entra en esta fascinante sección. Quedarás maravillado con nuestras antigüedades técnicas.
Estas son las antiguedades tecnicas, divididas por secciones, que podrás encontrar aquí:
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El trabajo de oficina tiene una larga historia. A la par que ella han ido apareciendo una gran cantidad de utensilios y útiles de trabajo para hacer más efectivas y llevaderas las labores en cualquier despacho o espacio administrativo. Estas herramientas de oficina se han convertido con el tiempo en verdaderas joyas, dado su refinado diseño y su sofisticado mecanismo. El trabajo de oficina, con punto de partida primigenio en la invención de la imprenta, ha sido fundamental para el progreso de las ciudades, y de eso han sido testigos todos las herramientas que poblaban la mesa de trabajo del oficinista.
Las herramientas y útiles de oficina antiguos se han convertido con el paso del tiempo en auténticas joyas del coleccionismo. La enorme belleza que poseen, unida a su perfecta funcionalidad, las han situado como objetos enormemente apreciados por los amantes del arte y de la belleza estética. Se trata de piezas muy cotizadas, que pueden ser expuestas en tu despacho para el simple placer de su contemplación, y que a la vez pueden ser utilizadas para resolver las operaciones y funciones que exigen los trabajos de oficina. En cualquier caso, poseer una colección de artículos antiguos de oficina es una síntoma inequívoco de buen gusto.
Entre la gran cantidad de antiguedades de oficina que se ofrecen en el mercado, a continuación expondremos las más cotizadas por los coleccionistas, dado su valor estético exterior y su diseño y funcionalidad internos. Son las siguientes:
-Máquinas de escribir antiguas. Sin ninguna duda, las máquinas de escribir antiguas son la verdadera joya de la corona en cualquier colección de herramientas de oficina. Se conservan máquinas en un estado impecable, dispuestas perfectamente para su utilización. Las hay de las marcas más míticas (Olivetti, Underwood, Remington...) y de una larga tradición: desde 1880 hasta los años 50.
-Calculadoras antiguas. Atender el funcionamiento de una máquina de calcular antigua supone un auténtico disfrute para los sentidos. El mecanismo con el que están diseñadas se exhibe de una manera muy sofisticada y majestuosa. Son verdaderas obras de arte de la ingeniería y de ahí su alta cotización para los coleccionistas. Se ofrecen las mejores marcas del mercado, desde el año 1850 al 1970: Triumphator, Lipsia, Brunsviga, Thales...
-Teléfonos antiguos. La telefonía ha mejorado mucho con el tiempo, pero los antiguos teléfonos nos han dejado una verdadera huella por su capacidad tecnológica y su belleza. Los amantes de este tipo de antigüedades podrán añadir a su colección teléfonos de pared, de mesa, de madera, de baquelita, de vela, de góndola, etc.
-Telégrafos antiguos. Mucho antes de la invención del teléfono y de otros sistemas de comunicación más modernos, se utilizaba el telégrafo, creado por Samuel Morse. Los telégrafos son auténticas reliquias, que ahora puedes incorporar a tu estupenda colección.
-Otras antigüedades de oficina. Finalmente, puedes completar tu fantástica colección de antiguedades de oficina recopilando otros utensilios, tales como sellos de caucho y secos, abrecartas, sacabocados, afilalápices, mobiliario, etc.
Si hay un objeto de coleccionismo que levanta pasiones entre los amantes de las antigüedades, esas son las cámaras antiguas. El arte de la fotografía es, de por sí, fascinante. Hace décadas, captar imágenes sobre placas u hojas de papel gracias a la acción de la luz parecía cosa de magia; y hoy día sigue despertando nuestra admiración. Las cámaras fotográficas digitales han dejado definitivamente atrás el encanto del proceso de positivado, mediante el cual las imágenes fotografiadas surgían paulatinamente sobre una hoja de papel impregnada de emulsión. Sin embargo, todavía hay muchas personas que aman las cámaras fotográficas antiguas, las coleccionan y las utilizan para obtener instantáneas. Son imágenes muy especiales, con un intenso poder de atracción que ninguna fotografía digital ha sido capaz de igualar.
La historia de las cámaras fotográficas tiene un origen muchísimo más antiguo que el de la fotografía en sí. Para rastrear sus comienzos nos debemos remontar hasta el siglo IV antes de Cristo, cuando el filósofo chino Mozi sentó los fundamentos del funcionamiento de la cámara oscura. A lo largo de los siglos hubo más científicos que se interesaron por la óptica y la reflexión de las imágenes; en el siglo XI, el físico árabe Ibn al-Haytham escribió importantes tratados en los cuales se reflejan experimentos realizados en una habitación oscura, en la cual entraba luz a través de un pequeño agujero. Sin embargo, no fue hasta el año 1816 cuando se construyó la primera cámara fotográfica de la historia. Su creador fue Nicéphore Niepce, quien logró realizar algunas instantáneas sobre papel impregnado de cloruro de plata, una de las cuales (Vista desde la ventana en Le Gras, 1826-27) ha sobrevivido hasta nuestros días.
A lo largo del siglo XX, la evolución de las cámaras antiguas hasta los diseños que conocemos en la actualidad ha sido realmente vertiginosa. Hitos como la aparición de la primera cámara con película incorporada (diseñada por George Eastman en 1885), las fotografías instantáneas de Polaroid (presentadas en 1947) o el lanzamiento de las cámaras digitales (el primer modelo lo diseñó el ingeniero Steven J. Sasson en 1975 para Kodak, aunque no estaba destinado a su comercialización) son claves en la historia de las cámaras fotográficas. En la actualidad, la evolución final ha llegado hasta las cámaras de los teléfonos móviles, que son capaces de ofrecer imágenes de altísima calidad con la posibilidad de realizar edición in situ.
Las cámaras de fotos antiguas, entendiendo como tales las fabricadas y comercializadas antes de los años 60 del siglo XX, presentan distintos formatos y tipos. Los más importantes son:
Fueron las primeras que aparecieron en el mercado. En un principio, los únicos que tenían acceso a ellas eran los fotógrafos, ya que eran una inversión necesaria para el ejercicio de su profesión. Las personas acudían a retratarse al estudio en los momentos importantes de la vida: bautizos, bodas, fallecimientos… Normalmente se trataba de cámaras de fuelle o plegables, aparatosas piezas que se colocaban sobre un trípode. Estas cámaras se utilizaron hasta los años 30 del siglo XX, cuando fueron definitivamente desplazadas por los modelos de película.
Como hemos comentado, la primera cámara con rollo de película fue diseñada por George Eastman en 1885 y comercializada por su empresa, Kodak. Con las lógicas mejoras desarrolladas a lo largo de las décadas, estas cámaras mantuvieron su diseño durante todo el siglo XX, hasta la llegada de la tecnología digital. Un buen ejemplo de su magnífico funcionamiento son las cámaras antiguas Leica, verdaderos iconos del fotoperiodismo que a día de hoy siguen teniendo legiones de fans, y que muchos fotógrafos continúan utilizando. Dentro de las cámaras fotográficas antiguas con película, la firma Leica desarrolló el primer modelo para película de 35 mm en el año 1925, que se convertiría en el formato más habitual.
Dentro del mundo de la fotografía de época, además de cámaras también podemos encontrar otros aparatos fotográficos antiguos que despiertan el interés de aficionados y profesionales. Los objetivos, visores, trípodes y accesorios para cámaras, junto con los proyectores y visores antiguos para fotografía estereoscópica, conforman un universo de artículos exclusivos que a día de hoy siguen conservando todo su poder de fascinación.
Imaginemos cómo sería el mundo sin música. Terrible, sin duda. Y sin embargo, no hace tanto tiempo a la mayoría de las personas les era imposible escuchar música a voluntad, cuando les apeteciera o la necesitaran. Hasta la llegada de inventos como la radio o el fonógrafo, no existía ninguna forma de escuchar música, a no ser que fuera tocada en directo. Las canciones populares eran transmitidas por vía oral, de los padres y las madres a los hijos y las hijas; la música se escuchaba en las fiestas de los pueblos, o tal vez en la iglesia… Por otra parte, la música “culta” estaba reservada a las clases altas, que podían permitirse el lujo de contratar orquestas de cámara o de acudir a las representaciones operísticas o musicales.
Era un mundo sin radio ni televisión; sin tocadiscos, casetes o reproductores de CDs. Y por supuesto, sin Spotify, iTunes, YouTube o música en streaming. Algo increíble. Y aún así, la pasión que los seres humanos sentimos por la música consiguió que las composiciones permaneciesen en el tiempo y se continuaran escuchando. Podía ser en el salón de la realeza o durante la Misa del Gallo; en la Ópera de París, o en el kiosco de música de un pequeño pueblo de La Mancha… En las familias siempre había alguien que sabía tocar un instrumento, o que incluso formaba parte de la banda del pueblo. Así, la música conseguía llegar a todos los rincones y estaba considerada un auténtico lujo, un verdadero placer.
Los primeros aparatos que consiguieron llevar la música “mecánica” a todos los rincones fueron las cajas de música antiguas. Las primeras de las que se tiene constancia datan del siglo XVI y eran realizadas por relojeros suizos. Los primeros modelos constaban de discos metálicos, que a principios del siglo XVIII fueron sustituidos por cilindros. La evolución de las cajas de música dio lugar a los pianos mecánicos, las pianolas y los organillos. Estos aparatos eran utilizados de forma habitual en tabernas, fiestas y reuniones populares, como sustitutos de las bandas y orquestas.
La aparición de los aparatos musicales (las famosas “máquinas parlantes”) a finales del siglo XIX marcó un antes y un después. Gracias al fonógrafo de Edison, primero; y a la radio de Marconi, un poco más tarde, las casas se llenaron de los maravillosos sonidos que conforman una melodía. Los fonógrafos y gramófonos permitían escuchar las piezas favoritas una y otra vez, mientras que la radio hacía llegar a las casas las últimas novedades en materia musical. La evolución de estos aparatos, cuyos fabricantes publicitaban con slogans como “Ponga una orquesta en su casa”, fue vertiginosa: cada vez surgían diseños más sencillos, con mejor sonido y más asequibles.
Los años 60 y 70 vieron aparecer nuevos tocadiscos de diseño (aquellos nostálgicos pick-ups…), fabricados en plástico, metacrilato, madera, aluminio... Maravillosos aparatos musicales que hoy día despiertan nuestra fascinación, y que los coleccionistas buscan en subastas, tiendas online y rastros de segunda mano. En forma de modelos portátiles o muebles completos, sirvieron para llevar la música más animada a los guateques de la época.
Años después y ya en pleno siglo XXI, los tocadiscos vuelven a despertar interés y las grandes marcas lanzan modelos que reproducen el inigualable sonido de la aguja sobre el vinilo. Pero la realidad manda, y hoy día triunfan las aplicaciones informáticas: la música alcanza todos los rincones del planeta. Sin embargo, la belleza de los gramófonos de trompeta de principios de siglo, de las radios de válvulas y de los tocadiscos de hace décadas sigue intacta. Son testigos de una época revolucionaria que trajo la música a nuestras vidas, y esto les hace dignos de nuestro más sentido homenaje.
Las antigüedades mecánicas son muy buscadas y valoradas por su preciosa estética y sus ingeniosos mecanismos. Además de las piezas clásicas entre las que se encuentran las máquinas de escribir, las calculadoras o los relojes, existen otros aparatos antiguos de funcionamiento mecánico que destacan en las mejores colecciones o como parte de la decoración. Las máquinas de las cocinas de toda la vida son un buen ejemplo: en los tiempos en los que no había electricidad, muchas tareas (como lavar la ropa o moler y picar alimentos) tenían que hacerse a mano. Para aligerar el trabajo se inventaron ingeniosos artilugios que las hacían más rápidas y sencillas.
Y qué decir de las maravillosas máquinas de coser antiguas… Su mecanismo permitía coser prendas de forma resistente y con puntadas muy regulares, hasta el punto que en la actualidad son muchos los expertos que piensan que estas máquinas cosen mejor que los modernos modelos electrónicos. A estas antigüedades mecánicas se les unen otros curiosos aparatos como las máquinas de liar cigarrillos, las lavadoras mecánicas o las picadoras y embutidoras. Todas ellas son fantásticas piezas de época dignas de admiración, tanto por el ingenio demostrado por sus inventores como por su maravillosa estética antigua.
Máquinas de coser. Son las antigüedades mecánicas más populares, junto con las máquinas de escribir y las calculadoras. Muchas personas recuerdan haber visto a sus madres, abuelas o tías cosiendo con una máquina Singer, Alfa o Sigma, mientras accionaban un pedal que hacía girar la rueda a toda velocidad. De hecho, hay quien continúa utilizándolas por la calidad de sus costuras. Las primeras que aparecieron en el mercado fueron las alemanas Singer (alrededor de 1912), que destacaban por su buen funcionamiento y su belleza. En España, la marca Sigma fue todo un éxito de ventas al no tener nada que envidiar a sus competidoras extranjeras en cuanto a belleza o calidad de trabajo.
Máquinas de liar cigarrillos. Estas máquinas antiguas de funcionamiento mecánico supusieron un auténtico “hit” tras su aparición en 1920. Su ingenioso mecanismo permitía liar cigarrillos de manera rápida, limpia y sencilla. En España la más popular fue sin duda el modelo Victoria, lanzado al mercado en los años 20 por la empresa de los hermanos Victorero. <contaba con un depósito de agua para mojar el lado adhesivo del papel, una tolva para el tabaco, una manivela y una cinta transportadora. Hoy día, las máquinas de liar cigarrillos antiguas son piezas muy apreciadas, sobre todo si están completas y en funcionamiento.
Molinillos de café. Durante décadas, en las cocinas españolas sólo hubo un método para moler granos de café: hacerlo en los clásicos molinillos manuales, consistentes en una caja de madera con mecanismo a manivela. El café en grano se colocaba en el depósito metálico superior; al accionar la manivela, las cuchillas molían los granos y el café en polvo se depositaba en el cajón inferior. En los años 60, los molinillos eléctricos desbancaron a estos nostálgicos aparatos. Actualmente son piezas con encanto y carácter, perfectas para decorar cocinas de estilo rústico.
Máquinas de cortar pan. Estas máquinas son piezas bastante raras. Muchas de las que se conservan hoy son de procedencia italiana y consisten en un soporte para la barra de pan (formado por dos tablas unidas en ángulo recto y colocadas en V) y una cuchilla con manivela. Su funcionamiento es sencillo: basta con girar la manivela y empujar la barra de pan para cortar las rodajas.
Picadoras y embutidoras. Son también máquinas clásicas de las cocinas antiguas, especialmente las picadoras. Se trata de molinillos de hierro fundido que se fijaban a las mesas mediante una mordaza. Su función era picar carne, sobre todo para la fabricación de embutidos. Por su parte, las embutidoras cuentan con una tolva para colocar la carne picada y un mecanismo cilíndrico que sirve para presionarla dentro de la tripa, y confeccionar así el embutido.
Lavadoras antiguas. Las máquinas para lavar fueron otro ingenio diseñado para hacer más llevaderas las tareas domésticas. Los modelos más conocidos constan de un tambor con forma de barril y unas aspas en su interior, que se hacían girar con una gran rueda y mecanismo de polea. La ropa se metía en el tambor junto con el agua y el jabón. Algunas lavadoras incluían un sistema de secado formado por dos cilindros paralelos con una manivela, similar al de las máquinas de hacer pasta. Las primeras lavadoras eléctricas aparecieron en Europa en 1915, pero no llegarían a popularizarse hasta los años 60 del siglo XX.
El mundo de las antigüedades mecánicas es tan fascinante como atractivo. Coleccionar este tipo de piezas se puede convertir en una auténtica pasión, perfecta para amantes de los artilugios ingeniosos y con personalidad.
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