Esta bellísima pieza es un carné de baile antiguo o tal vez una pequeña agenda, fabricada en Francia en el siglo XIX (época Napoleón III) y en muy buen estado de conservación. El carné consiste en dos cubiertas de carey o concha de tortuga natural, con la parte delantera decorada con una fina filigrana incrustada de plata maciza. Incluye un delicado lápiz o portaminas de plata, que combina tonos lisos y dorados con una finísima decoración grabada a mano. El interior del carné está recubierto en moaré azul intenso, original y bien conservado. Dentro encontramos un fino cuadernillo de páginas en papel color hueso, una especie de agenda con una portada donde aparece un encantador grabado que representa a tres niños jugando, vestidos a la manera antigua. En la portada hay una inscripción que dice: Souvenir á Paris chez lediteur. También hay una página con las palabras LUNDI MARDI (Lunes-Martes) y unas bonitas guirnaldas de flores. El cuadernillo está encuadernado en el mismo moaré azul que el interior del carné. Tan auténtico como hermoso, este antiguo carné de baile o agenda de bolsillo será un magnífico regalo para alguien que sepa apreciar las antigüedades más delicadas.
Medidas: Anchoi: 9,3 cm. Fondo: 6,5 cm.
Historia del Carné de Baile
Los carnés (carnets) de baile son pequeños cuadernos, muy populares desde principios del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX. Se utilizaban para anotar el listado de parejas de baile que una mujer aceptaba durante un evento social, de manera que ninguno de los solicitantes se quedase sin bailar con la elegida. Los bailes de la época se solían cerrar a altas horas de la madrugada y hacían las delicias de la juventud de la época (de la aristocracia o la alta burguesía), que solía acompañar su puesta de largo con el estreno de uno de estos carnés. Entre 1849 y 1850 se organizaron, sólo en Madrid, más de 250 grandes bailes, y ello sin contar con los de Palacio, y a los que por término medio asistían entre 400 y 600 personas. El carné de baile tenía su propio código: así, si un caballero pretendía invitar a una dama, podía conocer su estado civil con solo mirar el material con que estaba fabricado en suyo. Las viudas solían utilizar el azabache; las solteras, el nácar; y las casadas, marfil. Una vez anotado un nombre en el carné, la dama no podía excusar el baile salvo causa muy justificada. El carné de baile llegó a popularizarse tanto que, con el tiempo, se llegó a vender en los comercios como parte de un kit que incluía también devocionario y monedero. Fuente: https://www.lacasamundo.com.