C-111
Bonito reloj de aceite antiguo en magnífico estado de conservación. Pieza original con mucho encanto. Está completo y funciona bien.
Bonito reloj de aceite antiguo en magnífico estado de conservación. Pieza original con mucho encanto. Está completo y funciona bien.
Vendido
Disponible el:
Antiguo Reloj de Aceite. Siglo XIX
Bonito reloj de aceite antiguo en magnífico estado de conservación. Pieza original con mucho encanto. Está completo y funciona bien.
Recipiente :
* Campos obligatorios
total Cancelar
Atractivo reloj de aceite antiguo en muy buen estado de conservación. El reloj está fabricado en metal y cristal y data del siglo XIX. El cuerpo del reloj está fabricado en estaño, como la mayoría de estos relojes; consta de un tallo vertical que se ubica sobre una amplia base circular, y que en su parte superior sostiene la ampolla de vidrio y la plataforma para la mecha. Se trata sin duda de un objeto muy curioso con gran potencial decorativo, que además todavía se podría utilizar al encontrarse completo.
La ampolla de vidrio situada en la parte superior del reloj está fijada al tallo vertical mediante una tira de metal, que la rodea de arriba abajo. En la parte superior hay un tapón de metal que se retira para poder llenar la ampolla de aceite y así poner el reloj en marcha. La tira de metal que sostiene la ampolla lleva una serie de números romanos en relieve; de esta manera, a medida que el nivel del aceite baja, irá marcando la hora correspondiente. En su parte trasera, el reloj está provisto de un asa para su transporte; por delante lleva una pequeña plataforma en la que se inserta la mecha. Una vez encendida la mecha el reloj cumplía una doble función, al poder ser utilizado como candil.
Encantador y auténtico, este antiguo reloj de aceite sorprenderá a todos como singular elemento decorativo.
Medidas: Ancho: 17 cm. Alto: 36 cm.
Historia de los Relojes Reloj de Aceite
Los historiadores consideran que los primeros relojes fueron los relojes de sol. Estos mecanismos no permitían determinar la hora en días nublados ni durante la noche, por lo que se hacía necesario crear aparatos que funcionase de forma independiente al sol. Las clepsidras o relojes de agua fueron inventadas por los egipcios; se tiene constancia de su uso ya en el año 1500 a. C. Este sistema fue llevado a Grecia por Platón, y a Roma por Escipión Nasica. Poco después aparecieron los relojes de arena; uno de los ejemplos más curiosos fue el que llevó Cristóbal Colón en su travesía del Descubrimiento de Arena. Este aparato medía 1,50 metros y se vaciaba cada media hora.
Los relojes de aceite derivan del llamado reloj de bujía, cuya invención se atribuye al rey inglés Alfredo el Grande (849-899). Fueron muy populares durante el siglo XIX, sobre todo en hogares con pocos recursos que no podían permitirse adquirir un reloj mecánico. También se los conoce como relojes silenciosos por su ausencia de mecanismo. Su funcionamiento es muy simple: la ampolla de vidrio se llena con aceite para lámparas y después se prende la mecha. Al ir consumiéndose, el nivel del combustible marca la hora del día una escala graduada. Aunque no son muy precisos, estos relojes permitían conocer la hora de forma aproximada, tanto de día como de noche.